lunes, 23 de abril de 2012

Manitos a la obra

El dibujo es una herramienta muy útil en la educación en la fe especialmente en los niños. Para ellos es una tarea contemplativa donde pueden expresar lo que contemplan, lo que llevan en su interior.
Por eso es muy importante la interiorización del relato o de la escena que se le sugiere dibujar, Ver con el corazón lo que no se ve con los ojos, expresar los sentimientos a través de colores, formas, trazos.

Si el dibujo es libre mucho mejor, porque no se trata de copiar sino de expresarse libremente, a partir de una consigna clara y sencilla.


Los mejores instrumentos para el dibujo libre son: papeles en blanco grandes, fibras o crayones de colores, a veces conviene usar papeles afiche, para luego poder colgarlos en la pared y que todos puedan contemplarlos.

Luego se puede hacer una pequeña galería de arte en la cual ellos cuelguen sus dibujos, los compartan con los demás niños y con otros miembros de la comunidad.




¿Qué pasa cuando el niño se niega a dibujar?

En general el niño entre 6 y 10 años dibuja espontáneamente y expresa a través de sus dibujos su vivencia interior. En la escuela o en la casa a veces se les exige que dibujen “bien”, es decir con líneas derechas, copiando dibujos de adultos o reproduciendo exactamente la realidad.
Esta es una primera razón por la cual el niño puede estar cohibido al dibujar.
Otra razón por la que se puede encontrar trabado es una situación traumática en la familia.

Los signos de cohibición son fácilmente detectables, el niño se rehúsa a dibujar o dice que no sabe o podemos detectar que el dibujo ocupa solo una pequeña parte de la hoja disponible o usa exclusivamente colores oscuros y fríos, borra o tacha constantemente.

A estos niños hay que dedicarles especial atención y cariño alentándolos frecuentemente, no obligándolos, dialogando cariñosamente con ellos, ayudándolos a expresar su vivencia interior.

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